Cada año la Federación Internacional Farmacéutica (FIP) realiza un documento donde sus ocho secciones analizan y ponen en común las tendencias que han observado durante ese periodo. Se trata de recopilar información de la que extraer conclusiones que puedan ayudar a mejorar la profesión. De esta manera las secciones de la FIP identifican las tendencias que consideran que son las impulsoras de los cambios en la Farmacia a nivel global. La Junta de Práctica Farmacéutica de la FIP presenta los hallazgos en el ‘Informe de análisis de tendencias‘. “Este informe se puede utilizar en la planificación de los desarrollos futuros que afectarán a la forma en que trabajamos a medida que el mundo emerge de la pandemia de COVID-19”, expresa Daragh Connolly, presidente de la Junta de Práctica Farmacéutica
Una de las conclusiones que ha dejado la pandemia ha sido la importancia de la Farmacia en nuestros sistemas sanitarios, de ahí el valor del aprendizaje y el desarrollo de nuevas alianzas que impulsen la práctica farmacéutica. Por ello, la primera tendencia analizada es la transformación de la educación farmacéutica a través de nuevas formatos como el aprendizaje digital o la expansión del número de instituciones a nivel mundial que cumplan con la demanda de futuros farmacéuticos.
“Los farmacéuticos han estado involucrados durante mucho tiempo en la salud pública y respuesta ante emergencias a través de medidas preventivas como detección, vacunas, pruebas diagnósticas y farmacéuticas, así como para garantizar la seguridad y el acceso a los medicamentos durante desastres naturales y pandemias”. Pero ha sido a raíz de la crisis de la COVID-19, cuando estas necesidades han cobrado una mayor relevancia. Aumentar el enfoque en la preparación para epidemias y desastres naturales minimizará los riesgos para el resto de profesionales sanitarios.
Los farmacéuticos pueden ser la fuente para disipar mitos o prejuicios y así instruir al público sobre la importancia de la inmunización y sus comportamientos. Este papel colmaría el aumento de las expectativas y necesidades de los ciudadanos sobre la información en salud y medicamentos.
“Hay una mayor conciencia a nivel mundial de la importancia de la alfabetización en salud como un activo y un riesgo en el cuidado de la salud”, explican en el documento. Esta educación motiva un mayor interés en en su bienestar y ayuda a los pacientes a incentivar la prevención, así como a autocontrolarse y lograr una mejor salud.
Muchos farmacéuticos han intensificado el uso de herramientas digitales en su día a día, sobre todo a raíz de la pandemia. Ya sea a la hora de dispensar recetas electrónicas, verificar efectos adversos de medicamentos, acceder a los registros de suministros y brindar apoyo para la adherencia a través de una aplicaciones móviles o llamadas telefónica, entre otras.
La conclusión de la FIP es que existe la necesidad de una mayor inversión en sistemas de datos y automatización. Esto incluye la inversión en ‘big data’, sistemas de salud electrónica, el desarrollo y la disponibilidad de registros de salud personales compartidos entre los sanitarios o procesos de farmacovigilancia. Todo ello “no sólo mejorará la seguridad del paciente, sino que también servirá como una fuente adicional de información para los farmacéuticos”, informan.