Expertos internacionales en cardiología hacen un llamamiento ante el aumento de la obesidad infantil en el mundo

Teniendo en cuenta que los niños con sobrepeso tienen cinco veces más posibilidades de padecer enfermedades en la etapa adulta, según la aprobación científica respaldada por la Sociedad Europea de Cardiología, la niñez brinda la oportunidad de abordar la obesidad antes de que los daños sean irreparables.

Especialistas internacionales en afecciones cardíacas y obesidad en niños han difundido un comunicado científico por medio de la publicación oficial de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), donde hacen un llamado a la necesidad de enfrentar la obesidad y sus factores de riesgo asociados, considerando la probabilidad de enfermedades cardiovasculares en la vida adulta.

 

Con base en datos de la OMS, se recuerda que en 1975 menos del 1% de los jóvenes de 5 a 19 años eran obesos, mientras que en 2016 la cifra superó los 124 millones (6% en niñas y 8% en niños). «El aumento global de la obesidad infantil, en gran medida impulsado por una mayor inactividad física, se ha vinculado a una mayor prevalencia de hipertensión arterial, lípidos elevados en sangre y niveles de glucosa en la infancia. Esta combinación de factores está relacionada con daños en las arterias y el corazón, que pueden ser revertidos con ejercicio en los niños, pero resulta más difícil en los adultos», enfatizó el principal autor, el profesor Henner Hanssen, de la Universidad de Basilea (Suiza).

El informe, elaborado por el Grupo de Trabajo para la Salud Infantil de la Asociación Europea de Cardiología Preventiva (EAPC) de la ESC y el Grupo Europeo de Obesidad Infantil (ECOG), hace hincapié en que los niños con varios factores de riesgo, como un alto índice de masa corporal (IMC), presión arterial elevada y niveles altos de lípidos en sangre, tienen un riesgo de dos a nueve veces mayor de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral en la mediana edad.

Para frenar la obesidad infantil, se insta a implementar diversas políticas y acciones en el documento. En este sentido, son esenciales la actividad física y la alimentación saludable.

 

Además, se proponen otras medidas, tales como: promover la actividad física y concienciar sobre la necesidad de reducir el tiempo sedentario; impulsar hábitos alimenticios saludables; brindar asesoramiento dietético y apoyo psicológico para el cambio de comportamiento; reducir la promoción de alimentos poco saludables en los medios y las redes sociales; fomentar estilos de crianza que favorezcan la actividad física y una alimentación sana; evitar la discriminación; involucrar a las escuelas, familiares y amigos en programas educativos; aumentar la disponibilidad y accesibilidad de alimentos saludables; habilitar más parques infantiles y espacios verdes para la actividad física en entornos urbanos.

 

«Si no hay lugares para disfrutar de la actividad física y no se encuentran disponibles o son costosos los alimentos nutritivos, es muy complicado cambiar el comportamiento. Asimismo, en lugar de criticar a los niños por su inactividad y el consumo de comida poco saludable, las escuelas y los padres pueden demostrar los beneficios de realizar actividad física y preparar comidas saludables», añadió el profesor Hanssen.

Se defiende que la prevención de las enfermedades cardiovasculares debe comenzar desde temprana edad. «En lugar de esperar y ver si los niños con sobrepeso de hoy desarrollarán problemas cardíacos y accidentes cerebrovasculares en el futuro, se requiere un plan de acción ahora para detener los problemas de salud futuros».

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